
El poeta
Sobre utensilios y cosas viejas
I
(1970)
La silla vieja
La silla vieja, hermano,
que nunca fue junco
trenzado —era de fuerte
caraguatá espinudo,
la silla vieja y corta
que se quedó en el patio
bajo el sol y la lluvia
descansando
la silla vieja vieja
donde Héctor meditaba
con el silencio todo
o toda su guitarra
la silla vieja herida
de polvo y comején
“ya no me compadezcas
—me dice— muévete,
por años he servido,
esto parece el fin,
no lo es —te lo aseguro—
hay que seguir”.
El reloj de pared
El reloj de pared
que conmovía
suspensa medianoche
o mediodía
se paró hacia las dos
en un invierno
con la luna de cobre
de su péndulo.
Desde su pecho de caoba
su cuerda distendida
hizo enorme la alcoba.
Por un viejo retrato
un hombre lo miraba
de una puerta o espejo
una mujer miraba
el reloj de pared
el corazón de un hombre
herido en Masoller.
El ropero vacío
Se quedó viuda y sola
una corbata azul
en el deshabitado
ropero o ataúd.
Un sobretodo negro
saludó
al otro sobretodo
del espejo interior.
Y al abrirse su puerta
una polilla
bailó dorada el baile
superior de la vida.
La casa amarilla
En la amarilla casa
donde de niño a mozo
me destiné en un verso
a ser fatiga y polvo
pasando de La Ilíada
a un disco de Villoldo…
En la casa amarilla
que fue azul que fue verde
años que son colores
rosados o celestes
en la amarilla casa
—en la memoria siempre
será amarilla— donde
echó a rodar mi suerte
acechan las piquetas
carne de sus paredes
las piedras de sus muros
trabajados y fuertes
su barro sus ladrillos
su comunión
terrestre
borrarán su materia
y en el baldío inerte
levantarán los hombres
otras paredes.
Cuando el fantasma vuelva
luego de hacer su noche
ya no estará la casa
amarilla de entonces:
“así como las frondas
son las generaciones…”
El cerco de espinillos
Apenas a dos cuadras
comenzaba la fiesta
el sol de la mañana
se enredaba en su tela
como una mosca de oro
y todo daba vueltas
en la neblina verde
de espinillos y arueras
cantaban los horneros
la humedad de la greda
blanqueaba una viudita
y una torcaza era
el cerco de espinillos
toda su pajarera
su maquinaria limpia
contando la existencia.
Ahora no la busques
—maduro— no pretendas
oler aquellos aires
de establo y hierbabuena
el cerco de espinillos
su mañana primera
aquel frior hermoso
hoy escarcha las venas
pero vamos al cerco:
recuérdalo, recuerda…
Patio y quinta
Patio de la azalea
patio de malvarrosas
la quinta que ofrecía
germinaciones hondas
la quinta con naranjos
y un mitin de cebollas
con un espantapájaros
de corazón de estopa
patio de la alhucema
quinta de la toronja
paraíso del niño
limbo del alma moza
un caracol cuarteaba
la infancia perezosa
pero voló con alas
la adolescencia toda
patio de los canteros
y las piedras musgosas
con la mirada triste
del agua que se empoza
(ya levantó sus faldas
de durazneros rosas
la quinta y se fue lejos).
Hablemos de otra cosa.
Yo no digo con pena
Yo no digo con pena
reloj guitarra sillas
destartaladas muertas
respiro el incesante
molino de las cosas
el vértigo del aire
voy con ellas las dejo
salgo a la pura fiesta
del mundo en movimiento
a otro reloj cordial
y otra guitarra escucho
con el mismo compás
silla reloj guitarra
que van conmigo pero
que conmigo no acaban.
II
(1976)
Los zapatos
Alguien dejó ese par de zapatos
viejos junto al portal
de la iglesia. Pienso en
“La vida es sueño” y la historia
de los dos mendigos. Quien dejó
estos zapatos (duros, resecos,
habitantes de un mundo de barro
de polvo y de sol enemigos)
pensó en un desahuciado
pensó (en Cristo) en el Otro
que vendría por ellos.
La cama
La gran cama de hierro
con cuatro perillas rematadas
en ángeles de plomo sobredorado
con su alta cabecera art nouveau
(una floresta de hierro
que en su otoño de herrumbre
descascara su níquel),
la gran cama de hierro está
en la casa de remates
con una compañía
discepoliana.
En el fondo y a la intemperie.
Allí se acuestan el sol y los gatos,
la lluvia y la noche.
En su santa parrilla.
La cacerola azul
La cacerola azul llegó a esta casa
por el trámite corriente
del regalo de familia.
Sometida durante décadas
a la más variada experiencia del fuego
recibió dos agujeros
el último de los cuales no pudo ser
estañado y decidió su suerte.
Ahora descansa en el asilo de ancianos
del basural.
El limón
El limón reina solitario
entronizado en la fuente de barro cocido
contundente como un frasco
de pintura amarilla.
En su esfera porosa
la habitación es una miniatura
convexa. Su epidermis humana
desprende un olor tierno
único (socio del agua fría
y de la sombra y el bienestar
físico).
Huelo el limón, lo tomo
con la mano.
Una pelusa gris celeste
(polvo en los dedos)
descubre su fungocidad
del lado oculto de la luna
desnuda el cáncer del limón
del podrido limón
rey de la muerte en su trono
de barro cocido.