Jorge Castro Vega

Borges, en un notable artículo sobre Quevedo, destacaba la ambigüedad del texto como valor poético, en la medida que multiplica las posibles interpretaciones, vale decir, lo enriquece semántica y connotativamente.
Es probable que Castro Vega no sea, al momento de la escritura, consciente de todas sus ambigüedades (su propia lectura le devuelve otro texto al poeta), pero podemos afirmar que lo es de buena parte de ellas y, definitivamente, no es inocente de ninguna.
Su poesía hace de tal característica parte de su esencia. Las entrelíneas discursivas son tan amplias que cada texto parece multiplicarse por sí mismo y aumentar potencialmente las posibles interpretaciones, como si cada palabra (o casi), en lugar de encaminar la lectura la diversificara, como lo hace un prisma con la luz. De modo que el lector puede, en lugar de desalentarse con la imposibilidad de traducir racionalmente la expresión, agradecer el ejercicio que el poeta le ofrece de descubrir sus propias intuiciones.                                

Diego Techeira

APRENDIZAJE

A veces
           Uno ve una puerta que se abre
                                                        Entonces
Se adelanta
          Con esperanza y miedo
Va tomando coraje
         Lento
                 Lento
Abriéndose camino entre botellas
Aprende con el tiempo
                 Pero sigue
Las paredes se acercan
                 Y uno avanza
Seguro
          Ya
              Sin miedo
                   Convencido:
                   Esa puerta no existe.

CONSTRUCCIÓN

Borradores:
                 Poemas que otros escribieron
(Ladrillos en la Torre de Babel)
                 Para que me escribiera yo
Torpe ladrillo en borrador

                 Que nadie suba

Otros bajarán
A la hora de la resurrección o la locura
                A todos y a cualquiera
En un abrir y temblar los ojos
               “Nos pasarán en limpio”

TAMBIÉN LLOVIÓ EN MI CUADERNITO NUEVO

Un niño mira por la ventana:
el mundo es más largo que la calle
pero hay palabras pequeñas
en la punta del lápiz.
Garabatea en el vidrio
algo que no podré entender:
una mujer se limpia las manos con el delantal
y saluda al que regresa a casa
atravesando un sueño.

Luego de la lluvia
las calles descansan como en un tapiz
recién colgado.

SIN AVISO

He violado la regla
de escribir mi poema diario.
La verdad es que
he violado varias reglas.
Falté a la oficina, siendo viernes
y no fui a jugar ajedrez con los muchachos.
Nada fue predeterminado.
Yo iba caminando rumbo a la oficina.
No recuerdo en qué dirección soplaba
el viento, pero soplaba suavemente.
Había un poco de sol.
En una esquina doblé a la derecha.
Sé que en esa esquina no vivió
ni murió nada que me sea conocido.
Sé que esa esquina no me recordó
nada, y eso es importante.
Doblé a la derecha y seguí hasta el puerto.
Vi barcos, camiones, grúas
hombres trabajando. En fin, todo
lo que cualquiera puede ver en el puerto.
Salvo los ruidos. Ruidos espiralados
y triangulares. Ruidos que hace
el barro en el agua y se adhieren
al casco de los barcos, cuando los barcos
están anclados y parecen ballenas agonizando
en las fuentes de un patio de Granada.
También bebí más de la cuenta
y aunque siga bebiendo
no podré dormir.
Hoy he violado demasiadas reglas.
Permití que una esquina
se distinga de las demás esquinas.
Eso me obliga a tomar medidas radicales.
A partir del lunes
cambiaré mi trayectoria habitual.
O empezaré a buscar otro trabajo.

MIENTRAS ESCRIBO

                           (para Julia A.)

Mi sobrina entra al escritorio
con un cenicero limpio.
Lo pongo sobre la mesa.
Me agacho a darle un beso
y desordenar su pelo.
En Bizancio, hay una mujer
increíblemente bella
que me espera después
de una batalla de final incierto.
La niña entorna la puerta
y se queda allí unos segundos
mirándome escribir. Finjo
no verla. Su mirada
me hace hermoso.

VISIÓN DEL DESIERTO

Una piedra lisa y negra
en la que un dios pequeño dice
con el dedo: estrellas
extinguidas hace millones de años
que saben el futuro, pero sobre el pasado
dudan y, a veces, mienten.

Encima de esa palabra, el agua
blanda, banda, transcurriendo
como un pez.